El barón Kaldo ha dejado en la Ciudad de las Nubes a su meticuloso mayordomo Gustip para que recupere su inversión en la puja de la joya de yavín.
Un Destructor Imperial ha salido del Hiperespacio en la órbita de Bespín. Añadiendo la molesta presencia imperial a las preocupaciones del administrador Lando Calrissian en la jornada que se celebra el Gran Premio de las Nubes.
La Attraversiamo permanece oculta de la red de Arend Shen, en el Hangar clandestino de Vorse Tabarith. Mientras dos de sus compañeros continúan presos, los preparativos para la carrera están a punto de finalizar.
Se trata de un imperial con un uniforme de batalla negro y tras él, suspendidos en el aire, 3 minidroides, bien parecidos a sondas. La figura de casi dos metros les inspecciona desde su altivez y pronuncia sus primeras palabras: "En el manifiesto de los muelles consta que llegasteis en un modelo 578-r modificado. Cuya tripulación contrastada es de seis miembros. ninguno en posición del certificado de Pacificador Imperial, y aún así hay constancia de que practicáis la caza de recompensas... otros mandos imperiales han solicitado vuestro traslado; pero mi señor ha posado sus intereses en vuestro grupo.- en ése momento desconecta los grilletes liberando a los reos.- Os presentareis junto con el resto de vuestra tripulación en el destructor. Se os certificará como cazarecompensas y asignará una misión. Y si falláis o nos evitáis, seréis ejecutados sin honor." mientras ha estado hablándoles Nek se percata de que las insignias en las botas y el cinto corresponden a una orden imperial aunque no es capaz de acabar de reconocerla, además la circunferencia que porta en su cinto le parece un arma de combate más que un aparato o herramienta.
Lo cierto es que los reos no se atreven a contrariar al misterioso y perturbante nuevo personaje.
Una vez en libertad, Nek y Kronemberg buscan la manera de encontrar a sus compañeros, Lobot vuelve a reencontrarse con ellos y les indica que Arend Shen ha vendido a la tripulación como culpables del urto millonario de los créditos de la puja por la joya, poniendo en el radar de nuevos cazarecompensas a los contrabandistas de la attraversiamo. Lando como administrador de la ciudad quiere limpiarla de la corrupción, de la que Arend shen es un claro ejemplo ( en su ultima década como trabajador tributario de la ciudad malversó parte del dinero compartiéndolo con la gente necesaria para que sus operaciones se mantuvieran en secreto) pero Lando no es un asesino ni aprueba métodos criminales como método de combate contra la corrupción y advierte a los personajes de que quiere que desaparezca de la Ciudad Arend pero no que lo maten. Acuerdan que una vez decidan algo con el resto de la tripulación de la Attraversiamo se pondrán en contacto con Lando.
Con todo lo que tienen a sus espaldas Nek y Kronemberg se presentan en el Hangar clandestino de Vorse Tabarith - gracias a Lobot-. La Situación allí no mejora, el droide Zirick es un rehén (escoltado por dos guardaespaldas) que Vorse usa como chantaje contra los aventureros para que cumplan su promesa de ofrecerles un piloto para El Gran Premio. Y es que Kaltho el Hutt se la ha jugado a Vorse haciendo desaparecer a sus pilotos, de modo que necesita un reemplazo válido de última hora y ha colocado unas cargas explosivas en la Attraversiamo y ha raptado al droide para obligar a estos a que cumplan su compromiso.
La tripulación no encuentra un propósito común, la forma de afrontar la situación tan crítica que los envuelve se convierte en un tema de desencuentro, especialmente entre Lylyth y Nek. EL grupo acaba balanceando las decisiones hacia el lado de la sensible a la fuerza, pero Nek tiene sus dudas y comienza a plantearse si el rumbo que esta tomando la tripulación es el que él quiere seguir.
El primer problema que tienen que solucionar es correr la Carrera, y así poder volver a contar con Zirick y su astronave La Attraversiamo.
Se dirigen a las tribunas de Motores Bespín situadas en una serie de plataformas de repulsión en el lado sur del distrito turístico que están conectadas con la Ciudad de las Nubes por una de las rutas de tren repulsor. El Recorrido del gran Premio lo marcan ocho grandes boyas repulsoras, formando un óvalo que se extiende hacia el exterior desde la Ciudad. Cada coche de las nubes participante esta equipado con un transceptor encriptado que ha sido modulado con una frecuencia sólo conocida por la organización del evento. Cada coche tiene que pasar a menos de 250 metros de cada una de las boyas de modo que el receptor encriptado registre el contacto y lo almacene en su memoria. Los coches de las nubes no pueden registrar ninguna boya sin haber pasado por la boya anterior.
En el aerodeslizador planetario de Vorse Tabarith se sienta a la conducción Oskara mientras que Lylyth se pone a los mandos de la artillería. Una vez da comienzo la carrera ambas comienzan la competición con la mente en acabarla, pues la tasa de siniestralidad es muy alta. Una vez dejan atrás la tercera boya a una velocidad tremenda unas enormes nubes asoman delante de ellas, en un principio casi indistinguible de todo lo que han visto hasta el momento. Pero enseguida aparecen al frente un gran número de pequeños puntos que se mueven más lentamente que su vehículo, no obstante aún así se desplazan a una velocidad considerable. Los alcanzan rápidamente para descubrir con sorpresa que se trata de formas de vida de algún tipo: grandes criaturas insectoides que vuelan con dos pares de alas, tratando desesperadamente de apartarse de vuestro camino.
En el holovideo de la zona de boxes se retransmite la carrera de manera integra, la guardia alada inspecciona que no se sobrepasen las normas mientras que el entusiasta gentío observa la competición.
Las filas de extrañas criaturas aladas se reducen hasta desaparecer poco antes de pasar por la cuarta boya, pero no pueden respirar tranquilos mucho tiempo. Su matriz de sensores capta unas señales de gran tamaño, y al poco se precipitan a toda velocidad hacia una horada de enormes criaturas similares a medusas en lenta deriva a través de las nubes. No estáis seguros de lo que puede ocurrir de golpear alguna, pero seguro que es mejor no averiguarlo. (son beldones)
Dejan atrás la quinta boya y la matriz de sensores sitúa la sexta en la distancia. Por fin lejos del territorio de las formas de vid autóctonas, el cielo parece despejado, casi tranquilo, hasta que un certero disparo de bláster esparce luz y calor por toda la amura de estribor. Efectivamente, los demás pilotos están aprovechando éste tramo para recortar distancias o eliminar competencia. Pero no sólo han de lidiar con los disparos si no que, según los sensores, están a punto de salir de la "zona muerta" que concede a los pilotos la posibilidad de adelantar para internarse en un sembrado de bolsas de gases altamente concentrados, entre ellos el valioso tibanna. No se trata de un "obstáculo natural", han sido añadidos a la carrera por decisión no-escrita del patronato de turismo de la Ciudad de las Nubes con la intención de añadir emoción a la carrera.
El equipo de los hutts tiene tan pocos reparos cuando se trata de correr como para todo lo demás, y el artillero de Carabina, con poco autocontrol, abre fuego contra unos oponentes y acaban, los del hutt, entrando en ignición al atravesar una de las bolsas y se produce una explosión cuyas turbulencias ponen en aprieto al vehículo comandado por nuestros protagonistas, pero logran estabilizarse y aprovecharla para aumentar distancias.
Para cuando pasan por la última boya, el campo de gases ha disminuido de manera significativa y el cielo está despejado. La neblina de las bolsas de gas se ha evaporado, lo que indica que ha pasado el peligro de los gases volátiles Unos instantes después de entrar en la nueva región, la matriz de sensores les vuelve a avisar indicando numerosos objetos del tamaño de astronaves que se acercan a gran velocidad. Cuando logran identificarlos los tienen muy cerca se trata de Velkers
Tanto el rastro de los motores de los coches de las nubes como su proximidad relativamente reciente a beldones y tibannucks despiertan una leve curiosidad en los velkers, comparable a la de un animal que descubre un olor nuevo. La exposición a altas concentraciones de gases en la sección anterior ha aumentado el perfil aromático de los corredores y también les llaman la atención. Tanto que algunos velkers ven a los corredores como presas e intentan devorarlos.
Menos de la mitad de los corredores que tomaron la salida pasan por la última boya, después de que muchos hayan quedado incapacitados por los obstáculos en el camino y unos pocos sufrieran accidentes. los sensores indican que la Ciudad de las Nubes es el siguiente punto, aunque todavía queda bastante lejos y en el último tramo de la carrera, los corredores, se juegan el todo por el todo...
... unos minutos después...La expectante multitud estalla en una estruendosa algarada cuando los personajes se preparan para aterrizar en el hangar del equipo ganador con la adrenalina todavía bombeándose por su venas. Periodistas y fans ansiosos por obtener holofotos de los ganadores claman por conseguir una instantánea. Los fogonazos de sus dispositivos son tan numerosos y deslumbrantes que casi malogran el aterrizaje. Una vez las sujeciones del coche de las nubes se amarran finalmente al ferrocemento, la barricada que contiene a la multitud se derrumba bajo la emoción y una oleada de personas ansiosas rodea el vehículo entre vítores para ser de los primeros en felicitar a los nuevos vencedores del Gran Premio de la Ciudad. Hasta ahí es cuanto dura el protagonismo de los pilotos, su primer acto de adoración de masas hacia ellos termina antes de empezar a saborearlo, pues hace aparición el promotor Vorse Tabarith, dueño del vehículo, y comienza a codearse con los medios y las gentes, en un autentico baño de vanidad.
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